Sábado Santo - Vigilia Pascual en la Noche Santa. ¡Ha Resucitado, Aleluya!

Hermanos, todo lo celebrado hasta aquí llega a su plenitud, porque Jesús, después de morir en la Cruz, al tercer día resucitó y se manifestó revestido de Gloria. Pero, antes de ver tan magno acontecimiento, contemplemos por un instante el rostro de dolor de la Inmaculada Virgen María, ya que es Ella quien ha padecido con vehemencia el sufrimiento de su Hijo Jesús. La Virgen Madre sintió la ausencia del Hijo que le fue arrebatado; al dejarlo en el sepulcro, comenzó para Ella una vigilia que finaliza en el preciso instante en el que le fue comunicada la noticia: jtu Hijo ha Resucitado! Por otra parte, Resurrección de Jesús le ha dado a la Historia de Salvación toda su razón de ser, ya que lo anunciado por los profetas ha llegado a pleno cumplimiento. La Luz de Cristo ha destrozado la oscuridad del pecado para dar a sus hermanos una vida plena y revestida de fe, esperanza y profundo amor. El profeta Ezequiel había anunciado que Dios tomaría de todas las naciones a sus hijos y los reuniría en un mismo suelo, dándoles un corazón de carne y un espíritu totalmente renovado (Ez 36, 25 - 26). Dos cosas surgen de este anuncio: el Bautismo y la Jerusalén Celestial, porque en el Bautismo somos sepultados con Cristo, participamos de su muerte y resucitamos a una vida nueva (Rm 6, 4), que, vivida conforme a la Voluntad del Padre, nos dará la lave de entrada a aquella ciudad que Dios mismo ha preparado desde tiempos inmemorables. Revistámonos de eternidad, para que nuestra vida sea respuesta eficaz para todo aquel que quiera arrancar de su existencia las tinieblas y ver el resplandor del Cielo en su caminar.

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