Viernes Santo - Aceptemos la Majestad de Jesús

Jesús es puesto en el patíbulo de la Cruz; desde allí vencerá al pecado y a la muerte, y coronará con sangre su obra de redención. Muchos han contemplado la ignominia con la que. ha sido tratado, pero pocos, sin importar las consecuencias, han decidido acompañarlo hasta el final. Hoy bien vale la pena participar en la celebración de la Pasión, pero lo más importante es que a partir de la experiencia celebrativa, nuestra humanidad se vea transformada por aquel Amor que se hizo Sacrificio.por cada uno de nosotros. El dolor de Jesús es un dolor reparador, porque ha restaurado las heridas que a través de nuestra historia nos ha ido dejando el pecado. Por eso nos acercamos al madero de la Cruz y adoramos en él a quien entregó hasta la última gota de su sangre por nuestra salvación. Pilato, movido por la Gracia Divina, no por sus méritos ni mucho menos por su devoción, cuelga en la cruz un letrero que dice: «Jesús Nazareno Rey de los judios» (Jn 19, 19). Dicha inscripción fue escrita en hebreo, latín y griego, lo que quiere decir que Cristo no solo es Rey, sino que dicho reinado está para ser reconocido por todos en el mundo. No obstante dicho reconocimiento se dará a partir de una experiencia personal con el Maestro; no sin razón, uno de los que habían sido crucificados con É aceptó en su corazón la Majestad de Jesús, se arrepintió, pidió perdón y, por consiguiente, se ganó el Cielo en el último minuto de su existencia. Dios no se limita, ni mucho menos deja de insistir para que sus hijos lleguen a los pies de la Cruz, para que reconozcan en ella al Redentor del mundo y, en El, el camino que lleva a la Salvación.

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