Para siempre amigos e hijos el Padre, gracias al Cordero que quita el pecado del mundo

"Que se postre ante Ti, oh Dios, la tierra entera; que toquen en tu amor; que toquen para tu Nombre". 
(Sal 65, 4) 

Hermanos, la Palabra para este Domingo es una perla preciosa para nuestra fe, pues nos ayuda a profundizar nuestro conocimiento de la Misión de Jesús y las implicaciones que tiene para nuestra vida y la del mundo. El Evangelio de Juan nos presenta al Bautista afirmando que Jesús es «el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo», lo cual significa que es el instrumento que Dios escogió para eliminar del mundo la raíz de la enemistad y separación entre Él y la humanidad. En otras palabras, Jesús viene a liberarnos de algo mayor que mentir o hurtar, pues, como Cordero de Dios, Él es enviado para sacar del mundo aquella fuerza responsable de causar el desorden y el caos que hunde a la sociedad en un mar de injusticia, violencia y muerte. Con el pecado fuera del mundo, los hombres volverán a la amistad con Dios Padre y habrá santidad; por ello, la acción de Jesús puede leerse desde el profeta Isaías y el salmo 40, que presentan al siervo de Dios como alguien dispuesto a la escucha y preparado para iluminar todas las naciones, para hacer que la salvación de Dios los alcance a todos. De ahí que Pablo diga a los Corintios que la fe en Cristo significa reconocer que estamos consagrados para pertenecer al pueblo de Dios. Hermanos, nuestra tarea hoy consiste en ser testigos del perdón y colaboradores del Señor en su misión redentora, para hacer evidente la victoria de la gracia sobre el pecado, y transformar el caos actual en un mundo más justo y humano. Para cumplirla, el Evangelio nos dará durante esta semana claves para abandonar la doble vida y dejar de poner remiendos de conversiones a medias en vestidos viejos de mentira, violencia y pereza. Jesús insistirá en la necesidad de obrar desde el criterio de Dios, que siempre elige la vida y la felicidad del hombre. 

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