Patrono de los Párrocos (*1786/+1859)
Este presbítero siempre fue un ejemplo de humildad y dedicación a sus fieles. Nació en 1786 en Dardilly, un pequeño pueblo en la diócesis de Lyon (Francia), y llegó como el cuarto hijo de un hogar cristiano y laborioso, dedicado a la agricultura y el pastoreo. En medio del fuerte trabajo de campo, Juan María fue cultivando la espiritualidad de lo pequeño y una fe recia en el Señor; de esta manera despertó en él la vocación al sacerdocio. En 1806, su padre accedió a que iniciara su formación para el presbiterado y lo envió a Ecully (Francia) con el padre Belley. No obstante, dadas las dificultades de orden público que Juan María vivió en su infancia y adolescencia, inició su formación escolar hacia los 17 años. No era muy hábil intelectualmente; los estudios teológicos y el aprendizaje del latín fueron muy fatigosos para él, cuando fue enviado al seminario de San Ireneo de Lyon no logró buenos resultados. Sin embargo, Juan María pudo ordenarse en 1815, gracias a la paciencia y sabio padrinazgo del padre Belley, quien lo solicitó como su vicario parroquial. El Padre Belley era consciente de que Juan María no era brillante intelectualmente, pero sabía que tenía una fuerza espiritual de la cual carecían muchos doctores. Tras la muerte del padre Belley, el padre Juan María fue enviado en 1818 como capellán de Ars (Francia), lugar de fe decaída y gran pobreza, que, gracias al trabajo humilde y abnegado del piadoso Juan María, logró resurgir en todo sentido. Se destacó como gran predicador, excelente confesor e interesado en la promoción social de su gente. Luego de 41 años como párroco de Ars, murió el 4 de agosto de 1859. Fue canonizado por el Papa Pio XI el 31 de mayo de 1925 y declarado patrono de los párrocos.
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