Ser Discípulos humildes que confían en la fidelidad del Señor

"Piensa, Señor, en tu alianza, no olvides sin remedio la vida de los pobres. Levántate, oh Dios, defiende tu causa, no olvides las voces que acuden a Ti". 
(Sal 73, 20.19.22.23)

Hermanos, seguir a Jesús no significa tener todas las respuestas a los problemas de la vida; al contrario, vivir en la fe significa aprender a conocernos en nuestras fortalezas y debilidades, y de acuerdo a ello, discernir en cada momento lo que más conviene, sabiendo que Dios nunca nos deja solos, a pesar de que diversos distractores como el miedo, la soberbia o la incertidumbre intenten decirnos lo contrario. Por eso, el profeta Elías nos enseña el arte de diferenciar la Presencia de Dios en medio de otras presencias que quieren demostrar poder y control, pues la brisa suave está presente aún en medio del terremoto, el huracán y el fuego, y al final es ella la que reina, pues lo demás cesa y desaparece. ¿Percibimos la brisa suave de la Presencia de Dios en la sonrisa amable, el abrazo sincero y el aporte del trabajo de familiares, amigos y compañeros de apostolado? Por su parte, el apóstol Pedro nos enseña a afrontar la vida desde una fe humilde y consciente de la propia vulnerabilidad, pues al intentar caminar por la vida desde la soberbia, caemos con mayor facilidad. Pensemos, ¿nos creemos autosuficientes ante Dios y nuestros hermanos? ¿Nos resulta fácil pedir ayuda de los demás? La liturgia de la semana que hoy comenzamos nos ofrece en los salmos elementos para crecer en la confianza desde la escuela del agradecimiento. Por tanto, en los días que vienen, hagamos nuestra la voz del salmista para que, alabando la obra que Dios hace en nosotros, actuemos con humildad y fidelidad.

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