"En una nube luminosa se apareció el Espíritu Santo y se oyó la voz del Padre que decía:
Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escúchenlo".
(Mt 17,5)
La Fiesta de la Transfiguración del Señor se celebra desde antiguo en la Iglesia de Oriente y Occidente, pero comenzó como una celebración local de los cristianos de Armenia hacia el siglo IV y para los siglos V y VI ya era conocida y festejada en la Iglesia presente en Siria oriental. La antigüedad de esta conmemoración nos indica que para la Iglesia primitiva fue algo representativo hacer de la Transfiguración del Señor una fiesta, ya que al unirse litúrgicamente a Pedro, Santiago y Juan en la contemplación de la Gloria de Jesús como Mesías e Hijo de Dios, se convertía en un aliciente para dar testimonio del Señor en los momentos de persecución o dificultad. Hacia el siglo X la Iglesia en España comenzó a reconocer esta conmemoración al interior de su liturgia y gracias a san Pedro el Venerable, esta celebración se extendió por Occidente. En el año de 1457, el Papa Celestino III incluyó la conmemoración de la Transfiguración del Señor en el calendario Romano e indicó que su fecha de celebración sería el 6 de agosto; no obstante, fue el Papa Pío X quien la elevó de categoría litúrgica al instituirla como Fiesta para la Iglesia Universal. Hermanos, unámonos al sentir de tantos hombres y mujeres creyentes en Jesús, que desde el Oriente vieron en su Transfiguración una gracia especial para hacer camino de adhesión al Señor y reconocimiento de la propia humanidad llamada a vivir en la Gloria de Dios.
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