"Yo soy la salvación del pueblo -dice el Señor- Cuando me llamen desde el peligro, yo los escuchare, y seré para siempre su Señor".
Queridos hermanos, ¿qué buscamos al trabajar en la viña del Señor ? Esta puede ser la pregunta central que nos plantea la liturgia de hoy a partir del Evangelio, donde todos los jornaleros reciben la misma paga al final del día, sin importar si lo hicieron durante toda la jornada o solo una parte de ella. vida de la Iglesia todos recibiremos la misma paga, es decir, la salvación y comunión eterna con Dios en la medida que trabajemos guiados por el Evangelio en el lugar y tiempo que nos diga el Señor. Tanto aquellos que nacieron al interior de familias cristianas, como aquellos que conocieron al Señor en la adultez o la vejez, recibirán la misma paga y merecen el mismo trato e importancia en la Iglesia, pues en el Pueblo de Dios lo importante es vivir el Evangelio con compromiso real y concreto. Por eso, no busquemos t ratos especiales escudándonos en nuestra antigüedad o experiencia en ciertos servicios eclesiales o los roles que desempeñamos al interior de nuestras parroquias, comunidades religiosas, equipos pastorales y familias, pues el fin no está en recibir honores, sino en alegrarnos por la satisfacción que produce sentirnos útiles para el Señor y nuestros hermanos. Atendamos la invitación del profeta Isaias a ser sabios para desistir de caminos superficiales, y para lograrlo, sigamos con atención las lecturas de los libros de Proverbios y Eclesiastés que escucharemos durante esta semana, pues nos darán las claves para detectar los momentos en los cuales nuestro corazón está más vulnerable a desviarse de la Voluntad de Dios. Si nuestro único interés está en servir, toda ocasión y tiempo serán propicios para trabajar por el Reino.
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