"Dice el Señor: tengo designios de paz y no de aflicción, me invocarán y yo los escucharé, los congregaré sacándolos de los paises y comarcas por donde los dispersé".
(Jr 29, 11.12.14)
Queridos hermanos, una vida espiritual entregada a Dios no es sinónimo de una existencia libre de perturbaciones o sin influencia en el mundo. Por eso, la liturgia de este día nos alerta ante propuestas de crecimiento interior que nos vuelvan personas encerradas en nosotros mismos, que solo busquen el propio beneficio bajo la excusa de reservarse las cualidades y dones, para evitar salir lastimados o defraudados. Por eso, la mujer ideal del libro de los Proverbios es modelo de vida espiritual, porque sus manos y su inteligencia están orientadas a ayudar a los demás, y con ello hace presente a Dios. En línea con lo anterior, siendo diligentes estaremos atentos a la llegada del Señor, como lo recomienda el apóstol Pablo, y sabremos atenderlo como merece en la persona del pobre o de aquel que está alejado de su Presencia. Por ello, la vida solo tiene sentido cuando nos arriesgamos a crecer para desarrollar lo que somos, teniendo como objetivo la ayuda a los demás y no solo la propia seguridad. En este sentido, el Evangelio nos exhortará a no dejar que el miedo al fracaso o al qué dirán nos domine, pues de lo contrario quedaremos infecundos y sin nada nuevo para ofrecer a los demás Esconder nuestras cualidades por falsa modestia o temor a la critica le resta fuerza a nuestro discipulado, porque justamente lo que Dios quiere es que seamos felices en el pleno desarrollo de lo que somos, pues cuando esto 0oume, nos convertimos en punto de luz y ayuda a los demás. Por ello, durante esta semana, sigamos las enseñanzas del Evangelio para que, con paciencia y constancia, hagamos fructificar nuestros dones y así, dar Gloria a nuestro Dios.
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