El Cristianismo es una Experiencia de Comunión, de Justicia y de Paz

"Yo soy la salvación del pueblo -dice el Señor-. Cuando me llamen desde el peligro, yo los escucharé, y seré para siempre su Señor".

Queridos hermanos, como verdaderos cristianos, estamos llamados a dar frutos de justicia, paz y servicio; es por eso que la Liturgia de este domingo nos invita a poner como termómetro de las apetencias de nuestro corazón lo sencillo, lo recto y lo verdadero, es decir, a Jesús que se hizo pequeño para rescatar a la humanidad de la muerte eterna e instauró en nosotros un reino de Amor. De ahí que el libro de la Sabiduría nos haga el llamado a ser justos y honestos en todo momento, permaneciendo firmes ante los rechazos y calumnias que podamos recibir de aquellos que se sienten amenazados por la coherencia de nuestro testimonio. De igual manera, el Apóstol Santiago nos motiva a no ceder ante el mal que acecha nuestro corazón, puesto que la sabiduría que viene del Señor, «es ante todo pura y, además, es amante de la paz, compasiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante y sincera», actitudes que la envidia, el egoísmo y la indiferencia desfiguran y que engendran violencia entre nosotros. Por ello, el Evangelio nos recuerda que aquel que quiera ser el primero debe hacerse el servidor de todos, puesto que el cristianismo no es una religión de rangos, sino de experiencias de comunión, que acoge a los más pequeños, a los que no cuentan para la sociedad, pero sí para el Señor. De esta manera, somos realmente embajadores de paz, de justicia y de solidaridad para la construcción del Reino de Dios. Durante esta semana, dejemos que la Persona de Jesucristo nos sorprenda y seduzca, y asumamos sus actitudes para iluminar el camino de todos.

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