El Señor abre nuestros oídos y nuestros labios

"Señor, Tú eres justo, tus mandamientos son rectos. Trata con misericordia a tu siervo". (Sal 118, 137. 124)

Queridos hermanos, en medio de las múltiples pandemias que vive nuestra sociedad, tales como el hambre, la injusticia, la corrupción, el covid-19 y la violencia, la Liturgia de la Palabra nos invita en este domingo a sanar nuestra conciencia para abrir nuestros oídos, escuchar los gritos de la humanidad y abrir nuestros labios para disponernos a anunciar la Buena Nueva y denunciar la injusticia. De esta manera, podemos asumir nuestros compromisos como bautizados y continuar juntos la construcción del Reino de Dios en la tierra. Así las cosas, a través del profeta Isaias, Dios nos envía a anunciar la alegría de la salváción a nuestro pueblo, que ocasionalmente se hace el sordo y el ciego, y se niega a la fecundidad que brota de la unión con el Señor y que nos renueva como seres humanos. De igual manera, el Apóstol Santiago nos invita a no hacer acepción de personas, puesto que en medio de nuestra predicación podemos ser incoherentes y olvidar que «Dios ha elegido a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del Reino que prometió a los que lo aman». En el Evangelio, Jesús viene a abrir nuestros oídos y nuestro corazón para que escuchemos su Mensaje y atendamos las necesidades de los otros, y desata nuestra lengua para que hablemos sin miedo de los valores del Reino. Durante esta semana, dejemos que la Palabra del Señor nos sane y seamos perseverantes en el dominio de nuestras emociones, pasiones y acciones, para transformar nuestra vida siendo consecuentes con su bondad. Oremos con fervor por la Semana por la Paz y seamos constructores de paz y reconciliación.

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